lunes, 29 de marzo de 2010

US$10.000 millones para aliviar los problemas del mundo

¿Cómo ayudaría al mundo si tuviera US$10.000 millones?.
Importantes filántropos y ejecutivos de grupos de beneficencia explican cómo gastarían US$10.000 millones para aliviar los problemas del mundo.
Durante el Foro Económico Mundial de Davos este año, Bill Gates, el presidente del directorio de Microsoft Corp., se comprometió a aportar US$10.000 millones durante la próxima década a ayudar a desarrollar vacunas y distribuirlas a niños en países en vías de desarrollo. A ojos de cualquiera, esto es mucho dinero y una causa que vale la pena. Ahora es más fácil que nunca antes intentar contestar este tipo de pregunta. Una nueva clase de filántropos —de la que Gates forma parte— ha surgido de los mundos de los negocios y las finanzas con la intención de aplicar el mismo fervor a donar dinero como a ganarlo. Han introducido conceptos como diligencia debida, transparencia y contabilidad, ideas que tienen excelentes resultados sobre datos cuantificables.

Encabezan este movimiento aquellos —llamados filantrocapitalistas, inversionistas de impacto o emprendedores sociales— que sostienen que la mejor forma de solucionar los enormes problemas que enfrenta el mundo es aprovechar no sólo las prácticas empresariales sino también las fuerzas del mercado. Las organizaciones de caridad tradicionales se muestran reacias a la superioridad inferida de la economía de mercado sobre la generosidad humana y temen que la búsqueda de ganancias pueda oscurecer los objetivos primarios de la filantropía.

Pero incluso los tradicionalistas admiten que más donaciones no necesariamente significan mejores donaciones. Análisis más amplios que nunca apuntan a evaluar y combatir no sólo los problemas sino, aún más importante, sus raíces. Un dólar usado para abordar estos problemas puede valer diez, cien o incluso mil veces más cuando se lo usa para tratar la crisis humanitaria resultante.

Este enfoque ha desatado una gran innovación y creatividad en el sector social. The Wall Street Journal les preguntó a filántropos prominentes y ejecutivos de caridad cómo gastarían US$10.000 millones para conseguir el mayor y más duraredo impacto sobre los problemas mundiales.

Percy Barnevik, ex presidente ejecutivo de ABB y presidente del directorio de Hand in Hand International.

Estimular la creación de empleos en países en vías de desarrollo.
Mil millones de personas en el mundo sobreviven con menos de un dólar diario. Son los llamados "mil millones de abajo". Muchos son tan pobres porque no tienen empleos. La única forma de eliminar la pobreza extrema a un costo razonable y dentro de un lapso razonable es darles a estos "mil millones de abajo" los medios para desatar su capacidad de emprendimiento.

Investigaciones muestran que, a un promedio global conservador, cuesta US$200 crear un solo empleo en un país en vías de desarrollo. Erradicar la pobreza extrema entre los "mil millones de abajo" requiere 250 millones de nuevos empleos productivos, que costarían US$50.000 millones en total o US$5.000 millones al año durante 10 años. Esto es menos de 5% de los US$110.000 millones que se gastan todos los años en ayuda.

Mo Ibrahim, emprendedor de comunicaciones móviles y fundador de la Fundación Mo Ibrahim.

Establecer una oficina de estadísticas en África.
Las necesidades de África y su potencial son amplios, mientras que los medios son escasos. Este necesita de eficiencia, que depende de una capacidad de definir metas y medirlas, para evaluar los resultados. En resumen, buen gobierno.

Esto no sucede actualmente. La falta de estadísticas abarcadoras y confiables inhibe a todos los que tienen algo en juego, sea la sociedad civil, gobiernos o donantes.
Entonces, usaría los US$10.000 millones para financiar el desarrollo de oficinas de estadísticas nacionales o regionales. Mejorarían la recolección de datos y su diseminación para asegurar el acceso público a los datos y una aplicación sofisticada de los mismos.

Tido von Schoen-Angerer, director de la Campaña para el Acceso a Medicinas Esenciales de Médicos Sin Fronteras.

Establecer un premio para estimular investigación médica.
La innovación médica para enfermedades de los pobres es un área sorprendentemente dejada de lado. Por ejemplo, las herramientas para diagnosticar y tratar la tuberculosis son muy inadecuadas, y se observan crecientes niveles de resistencia a los tratamientos existentes, además de que un test detecta menos de la mitad de los pacientes con TB.

Para estimular la investigación para un test de diagnóstico que responda a las necesidades médicas, crearía un fondo de premio de forma tal que aliente a los fabricantes a invertir y además garantice que cualquier test siga siendo accesible y económico.

Sir Ronald Cohen, fundador de la firma de inversiones de capital privado Apax Partners y miembro del directorio de varias iniciativas de finanzas sociales, incluidas Bridges Ventures y Social Finance.
Crear bancos de inversión social.

US$10.000 millones serían usados para dar comienzo a un sector de inversión social poderoso y efectivo en todo el mundo. Esto impulsaría el emprendimiento social, que es una gran nueva fuerza para combatir los problemas sociales.

Organizaciones cuyo énfasis primario está puesto en lograr desenlaces sociales positivos no pueden acceder a los mercados de capital de la forma en que las empresas regulares lo hacen. Estas organizaciones necesitan bancos de inversión social con importantes capitales que puedan ofrecer una combinación de retornos financieros y sociales a una amplia gama de inversionistas.<

Una organización de este tipo, Social Finance, es un incipiente banco de inversión social con sede en Londres. Ha desarrollado un "bono de impacto social". Esto brinda una forma de atraer fondos de inversionistas individuales e institucionales que quieran combatir los problemas sociales y además recibir un rendimiento financiero sobre su inversión.

Stanley Fink, ex presidente ejecutivo de Man Group y presidente de la junta de fideicomisarios de Absolute Return for Kids.
Establecer escuelas en las partes más pobres del mundo.

Una educación decente es la herramienta más efectiva para aumentar el bienestar de cada miembro de la sociedad. Fondos para una educación efectiva, intensiva y enfocada ayudan. Pero la clave real es hacer que obtener grandes logros para todos los niños en todas las escalas sociales sea nuestra misión absoluta e intransigente.

Aun con decenas de miles de millones, la tarea de abordar el tema de la desventaja que sufren niños alrededor del mundo es inmensa y urgente. Para hacer que los gastos sean efectivos y los logros duraderos, es necesario formar capacidad y técnicas locales. Para que los programas de salud y educación sean sostenibles, se requiere no sólo inversión pero también voluntad política y compromiso.

El fracaso académico de miles de niños urbanos y menos afortunados en el Reino Unido es vergonzoso. Aquí la cuestión no es sólo el financiamiento: pese a un presupuesto escolar de casi 40.000 millones de libras esterlinas (US$61.700 millones) el año pasado, sólo 50% de los alumnos logró las mínimas calificaciones del colegio a los 16 años. Entre los niños más pobres, sólo un cuarto alcanza esa marca.

Las academias urbanas de Absolute Return for Kids trabajan para acabar con los resultados negativos entre los niños de comunidades deprimidas. Más de 60% de los alumnos admitidos a nuestras escuelas londinenses a los 11 años están un año o más atrasados con respecto a su edad en cuanto a la lectura. Su posibilidad de llegar a la universidad o formar una carrera satisfactoria es lamentablemente baja.

A menos que lo logren, esos niños perpetuarán una herencia multigeneracional de privación. Buenas escuelas, con grandes líderes y personal, realmente hacen la diferencia.

Ben Wright y Tasmine Chinwala
Publicado en: WSJ Américas

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